Si hay algo con lo que me doy un capricho culinario de vez en cuando es con la mermelada de rosas. Raramente falta en mi despensa.
Lo más característico de esta mermelada es, aparte de su sabor dulzón, su olor. Huele deliciosamente bien a rosas por lo que al utilizarla en la cocina estamos estimulando además del gusto, el olfato y eso es algo que a mi personalmente me parece muy importante en gastronomía. Aquello que huele bien, tiene más posibilidades de gustar porque seguro que conoceis a quienes antes de probar la comida, la huelen.
El origen de la mermelada de rosas es turco (gül recheli). Allí se utiliza básicamente para el desayuno y es tradición que se sirva en banquetes de bodas, dado que la rosa es por excelencia la flor del amor. Los persas también la utilizan en la fabricación de mermeladas y miel. En Europa han sido los franceses, tan innovadores y exquisitos, quienes más han utilizado la confitura o mermelada de rosas en su gastronomía. Siendo además los principales fabricantes y exportadores al resto de Europa.
Basicamente yo la tomo en el desayuno en tostadas de pan untadas con mantequilla o queso fresco. Es muy muy dulce por lo que aconsejo que pongamos poca cantidad y la extendamos bien. También podemos hacer una salsa ligera, diluyéndola en agua caliente y un par de golpes de molinillo de pimienta para acompañar carnes rojas a la plancha. También queda deliciosa la combinación con queso azul y con foie.
Siendo la rosa como dije antes la flor del amor y su perfume muy sensual, no diré que se trata de un alimento afrodisiaco pero si que os lo recomendaría si quereis preparar una comida romántica y sorprender a vuestro invitad@ con nuevos y estimulantes sabores.
Yo suelo comprarla en la sección Club del Gourmet de El Corte Inglés pero también se puede encontrar en tiendas de comestibles especializadas o "delicatessen".
Espero que os atrevais a probarla y me comenteis los resultados.